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viernes, 13 de febrero de 2015

EL AMOR NO CABE EN UN FRASCO DE COLONIA

Mañana se celebra San Valentín, el día de los enamorados, el día en el que Cupido lanza sus flechas llegando hasta los corazones de miles de parejas que, una vez que las reciben, no pueden volver a separarse. Eso, al menos, para todo buen romántico que se precie, es así. Cupido existe y no hay lugar a dudas. Pero para los más escépticos, este día es un fruto más de la sociedad de consumo, un invento de marketing y una estrategia de ventas para que, todo aquel que dice estar enamorado, gaste y derroche en una oferta, cada vez más extensa, de productos para enamorados...





Los anunciantes saben que un buen novio o una buena novia no va a dejar pasar este día sin comprarle un detalle a su pareja por lo que cada vez son más las propuestas que nos llegan de marcas de todos los rincones del mundo. Es el marketing del amor o el amor convertido en marketing, según se mire. Lo que está claro es que hoy explota, si no lo ha hecho ya en los días previos a la gran cita del amor con una gran cantidad de spots especiales, eventos especiales y acciones especiales

Con una reflexión, nos recuerda 'Ecologistas en acción' que el día de San Valentín es una de las fechas más consumistas del año, que así nos lo hace saber la publicidad con su muestra de productos como forma obligada de demostrar unos sentimientos y busca nuevos nichos de mercado apelando a las emociones. Hay que recordar que muchos regalos del día de los enamorados esconden trabajo precario en cadena y en condiciones poco saludables, como es el caso de las flores. Procede recordar el rastro de degradación social y ambiental que dejan días señalados como el de San Valentín. Es el caso de los ramos de flores, la forma más clásica de “demostrar” amor.

Muchas mujeres trabajan en condiciones semi-esclavas para cultivarlas y tratarlas en países como Ecuador y Colombia, Kenia o Zimbabue, donde se produce también acaparamiento de tierras y sobrexplotación de recursos para un sector controlado por grandes empresas transnacionales.

La publicidad contribuye a vender esas flores y otros productos, promoviendo estilos de vida insostenibles social y ambientalmente, y trata de situar al consumo y la acumulación de bienes en la cima de la escala de valores y en el objeto de nuestras aspiraciones. Se produce una clara mercantilización de las relaciones humanas a través de los anuncios, que buscan nuevos mercados a través de las emociones.



Un ejemplo de ello es la campaña del día de los enamorados de unos grandes almacenes, que protagoniza este año una pareja gay. El amor no cabe en un bote de perfume, ni se celebra en un día concreto del año por imposición comercial. El consumo no parece la receta más adecuada para demostrar cariño ni para salir de la crisis.

Ecologistas en Acción invita a cuestionar esas recetas mágicas y un modelo de consumo que incrementa el escenario de crisis ambiental y social.


sábado, 29 de noviembre de 2014

MINIJOBS: PRECARIEDAD LABORAL Y EXCLUSIÓN SOCIAL

Los Minijobs se están insertando en el mercado laboral a marchas forzadas y cada vez tienen más presencia en nuestro panorama nacional. Este sistema de trabajo, nació en Alemania en el año 2003, donde se le conoce como "trabajo marginal". Permite que más personas entren en el mercado laboral, no se desenganchen del sistema social y puedan seguir cotizando, aunque claro está, en peores condiciones: trabajando menos y cobrando menos. Este cuestionable modelo de trabajo se ha ido imponiendo como principal modelo económico en nuestro país...




¿Qué son los minijobs?


El “minijob” esta basado en el modelo de trabajo a tiempo parcial y se divide en 2 jornadas para, de este modo, hacer que más personas se inserten en el mercado laboral pero a cambio de unas condiciones: 

* Se trata de una jornada normalmente de 4 o 5 horas diarias a lo sumo. 

* Se obtienen ingresos inferiores al Salario Mínimo Interprofesional (suelen rondar los 450 o 500 euros, en las mejores ocasiones) 

* Es un trabajo que conlleva una pérdida de derechos sociales (el empresario paga menos impuestos por ellos y el trabajador cotiza por un tipo mucho más bajo del normal). 

Los Minijobs y sus efectos sociales:


Todo esto nos está empujando a una precariedad laboral de la cual es difícil salir. Las cifras hablan por sí solas: las familias cada vez tienen más dificultades económicas para llegar a fin de mes, la economía familiar se ve mermada y, con este tipo de contratos laborales, se hace casi imposible salir de la precariedad laboral y, por lo tanto, de la sombra de la exclusión social. 

De este modo, en la actualidad 1 de cada 4 españoles se encuentra en riesgo de exclusión social . Esto implica que el 25% de la población está expuesta, como así lo refleja el 'VII Informe Foessa sobre exclusión y desarrollo social en España 2014' elaborado por Caritas. De este informe también se sacan conclusiones como: 

* El trabajo es cada vez más precario y de peor calidad. (aumento exacerbado de los minijobs). 
* El 66% de la población se está viendo afectado por algún factor de exclusión social: ya sea vivienda, empleo, sanidad o educación. 
* El 27% de los jóvenes está en desempleo y fuera del sistema educativo. 
* España es el tercer país rico con más niños pobres, con un 36% de pobreza infantil.

La precariedad y el desempleo:


De este modo no podemos hablar de que las cifras del paro bajen de forma “real”. Es una técnica de maquillaje y marketing para que los ciudadanos crean que el desempleo se ha estabilizado. Para poder afirmar esto nos basamos en que los trabajos que antes realizaba 1 persona a tiempo completo y por un salario más elevado, ahora han pasado a realizarse por 2 personas con un menor coste para el empresario, y así se saca a un desempleado del paro y se le inserta en el mercado laboral. 

Pero todos sabemos que un trabajo con un salario mínimo no es suficiente para sobrevivir en la sociedad actual. Es por esto que nos están abogando a tener varios empleos en distintas empresas y a que nuestra calidad de vida se vea mermada, sin hacer mención a nuestra pérdida de derechos sociales y al coste de oportunidad que conlleva la imposibilidad de una conciliación familiar, tan valorada en estos tiempos de crisis. 

Si a todo esto le sumamos que en la actualidad más del 30% de la población trabajadora se encuentra en una situación cercana a la exclusión social a pesar de estar empleado, las cosas se agravan. Esto implica que ni siquiera a través de un empleo, los ciudadanos somos capaces de tener una vida plena en nuestras parcelas más importantes (educación, sanidad y vivienda) y así cubrir nuestras necesidades básicas. 

Desde buscandountrabajo os animamos como siempre a no cesar en vuestra búsqueda de empleo y a que luchéis porque éste sea digno y de calidad y conforme a vuestras necesidades y estudios. Y siempre nos quedarán las urnas para hacer que este modelo de mercado cambie. 

Artículo creado con la colaboración de Vicente Ribes: Profesional de Recursos Humanos, las Redes Sociales y colaborador de buscandountrabajo.net.

domingo, 4 de mayo de 2014

MARCAS QUE UTILIZAN ESCLAVITUD LABORAL INFANTIL

Hanes LL Bean y Gymborree, utilizan el trabajo forzoso infantil en sus plantas de producción de algodón de Uzbekistán. Nike es la mayor compañía mundial de calzado deportivo, y posee 11 fábricas en Indonesia, que producen 55 millones de zapatos cada año (solo un par cada 50, se vende a los consumidores indonesios, la mayor parte se exporta a los Estados Unidos).



Las marcas agro-industriales como Monsanto, Cargill y Archer Daniels Midland participan igualmente de estas prácticas. Los pequeños agricultores de diferentes partes del mundo están obligados a comprar semillas de estos gigantes agroindustriales y revender sus productos a precios "insostenibles". Las personas que trabajan en explotaciones agrícolas que exportan productos como la piña, el caucho, el algodón, el cacao, el té y las flores abastecen las principales marcas de procesamiento de alimentos como Kraft, Nestlé y Dole. Estas empresas violan los derechos de los trabajadores en áreas como salarios, horas de trabajo, libertad sindical y la exposición a productos químicos peligrosos o tóxicos.

La empresa taiwanesa Foxconn, que emplea a 1,2 millones de personas sólo en China, incumple flagrantemente las leyes laborales y hasta arremete contra la dignidad de sus trabajadores, para producir aparatos electrónicos de la forma más rápida y barata posible. Compañías como Apple, Amazon, Dell, HewlettPackard, Nintendo, Nokia o Samsung se benefician de esa situación.

Hay niñas y adolescentes trabajando sin contrato, privadas de libertad y en condiciones insalubres durante más de 72 horas a la semana por un salario de 0,88 euros al día.

Ese es el sombrío escenario laboral de miles de jóvenes del estado de Tamil Nadu, al sur de la India, que son empleadas en condiciones de esclavitud por empresas textiles de aquel país que luego suministran sus productos a grandes firmas internacionales. Entre los gigantes mundiales de la moda que comercian con esa red de trabajo esclavo están Tommy Hilfiger, Timberland, H&M, Marks&Spencer, Diesel, Gap, C&A, El Corte Inglés, Inditex -propietaria de Zara- y Cortefiel. La marca de juguetes Mattel y la de Chiccorealizan la concesión de la producción de sus juguetes a las industrias chinas. En 1993 ardió otra fábrica que provocó la muerte de 84 personas.

La empresa estadounidense McDonald´s utiliza en China el trabajo de menores de 14 años. Por medio de una compañía china, City Toys McDonald´s fabrica muñecos de peluche, por muy poco dinero a la hora. El 20% de la plantilla, unos 400, son menores y duermen en una nave en camas sin colchón y carecen de dinero para adquirir el permiso de residencia.

Fuente: Solidaridad

sábado, 2 de noviembre de 2013

LA PESADILLA DE LOS JOVENES QUE SOÑARON CON ALEMANIA

No todos los jóvenes españoles con estudios que emigran a Alemania encuentran el trabajo que esperaban. Muchos despiertan en medio de una pesadilla precaria.

Lo último que se imaginaba Francisco Sánchez cuando decidió probar suerte en la capital alemana es que acabaría siendo atendido en un hospital benéfico para personas sin techo. Fran estudió filosofía en su Jaén natal y tras acabar la carrera, se dedicó durante un año a prepararse unas oposiciones que los recortes han paralizado. Como no encontraba trabajo en Jaén y tenía varios conocidos en Berlín, hace cinco meses hizo la maleta con unos pocos ahorros y su título de nivel intermedio de alemán bajo el brazo.

Fran, por supuesto, no esperaba encontrar un trabajo de filósofo. Su primer empleo fue en una empresa de mudanzas. Le hicieron un contrato de minijob, aunque siempre trabajaba más horas en negro. Le pagaban ocho euros más la propina. Su jornada laboral duraba de 12 a 16 horas cargando muebles. "Encima me llamaban el día anterior, a veces muy tarde ya por la noche, y me decían: Mañana hay trabajo. Después no sabía a qué hora volvería a casa. Así no se puede vivir". Estas condiciones le hicieron renunciar y buscarse un nuevo empleo.


Su segunda estación, donde sigue trabajando, es un centro comercial de lujo en una de las zonas más caras de la ciudad. Allí sirve comida italiana en un stand donde gana la mitad de lo que hacía cargando muebles. Desde hace un mes y medio espera el prometido contrato. Hasta entonces, sobrevive sin seguro médico y su compañero de piso ha tenido que adelantarle el alquiler, ya que además se retrasan en los pagos. "Ángel me está ayudando mucho, me ha prestado hasta su cinturón, porque se me rompió el mío y no tengo ni para eso. No quiero dramatizar, pero es la verdad". Su conocido le ha prestado también un abrigo, ya que en Jaén no hace tanto frío y no estaba preparado para los aires berlineses. Fran asegura haber descubierto en su experiencia como emigrante "una red informal de solidaridad que funciona mil veces mejor que las redes oficiales de servicios de empleo o de ayudas sociales".

Piso patera de Gelern
Antes de venirse a Alemania, a Fran le habían expedido un certificado provisional de asistencia sanitaria para tres meses. Al cuarto mes de estar en Berlín tuvo un problema médico inesperado. Se dirigió a la embajada española y le explicaron que a los mayores de 26 años que no hayan cotizado, la tarjeta sanitaria europea solo les cubre los desplazamientos temporales. Allí mismo le dieron la dirección de un hospital benéfico que atiende a personas sin techo de forma gratuita. En aquel centro médico dice haber conocido a ciudadanos búlgaros y rumanos, "gente que no tiene derechos como nosotros". Fran está convencido de que en estos cinco meses ha conocido "todas las cloacas de Berlín"...


Eternos becarios

Patricia López, arquitecta gallega de 30 años, se mudó a Berlín hace ya más de doce meses. Le avergüenza tanto la experiencia que ha vivido aquí que no quiere dar a conocer su identidad ni ser fotografiada, por lo que su nombre es ficticio. Patricia vino a Berlín con su novio. Ambos trabajaban en España como arquitectos antes de quedarse desempleados. En febrero de 2011, la canciller alemana visitó España y en todos los telediarios dejó oír aquello de que la economía alemana marchaba tan bien que necesitaban especialistas, y que ella "estaría muy contenta de que fueran españoles".

Sin saber alemán pero controlando el inglés, Patricia y su novio hicieron las maletas. Al poco de llegar a Berlín encontraron unas prácticas en un estudio. El idioma no fue un problema, ya que asegura que hacían "todo como un arquitecto normal". Ambos se encargaban de dibujar los planos finales para la construcción de viviendas unifamiliares. Todo lo hacían igual que un arquitecto...menos cobrar: 300 euros les daba la empresa como remuneración por las "prácticas", para las que no tenían ni siquiera un contrato y que realizaron durante ocho meses.

En este tiempo Patricia y su novio se han esforzado por aprender el idioma; de hecho, ella asiste ya a clases del nivel superior. Tampoco han parado de buscar trabajo, pero lo único que encuentran son "ofertas de prácticas en las que no pagan más de 400 euros". Patricia da clases particulares en su casa de español y asegura haberse gastado sus ahorros, así como haber recibido ayuda de sus padres. "Todo con tal de hacer currículum en Alemania".

Dos colegas de la pareja, también aquitectos españoles, trabajan en otro estudio berlinés desde hace varios meses totalmente gratis, incluso los fines de semana. "Son estudios que presentan proyectos a concurso y tienen mucho estrés, por eso les piden que hagan horas extra". Patricia tiene ojeras y parece como tristona. Aún le queda la esperanza de encontrar trabajo en otra ciudad alemana como Múnich o Hamburgo, pero por ahora no ha habido suerte. "He ido para atrás", asegura recordando sus primeras prácticas cuando acabó la carrera en Santiago, "esas prácticas estaban mejor pagadas que lo que nos ofrecen hoy aquí".

Empezar de cero

Aurora Martín (nombre ficticio por deseo de la entrevistada), enfermera, vino a Berlín desde Ciudad Real después de rodar durante más de dos años por hospitales de toda Castilla La Mancha con contratos temporales. Allí, en el mismísimo tablón de anuncios del colegio de enfermería, encontró la oferta de empleo en Alemania. Una oferta suculenta en la que ofrecían un compromiso inicial de contrato de doce meses, un buen salario, un curso de alemán pagado por la empresa y la posibilidad de firmar un contrato indefinido tras dicho periodo de prueba.

Envió su currículum y meses después viajó para una entrevista de trabajo hasta el pueblecito de Geldern, cerca de Düsseldorf. Al llegar a su destino, después de pagar el viaje de su bolsillo, se encontró unas condiciones muy diferentes a las ofrecidas originalmente. Los contratos en alemán y en español tenían un contenido diferente en cuestiones fundamentales como el salario y las horas de trabajo.

En Geldern conoció a Ángela Vázquez (nombre ficticio). También ella vino atraída por las condiciones que ofrecía la empresa desde Veda, en Murcia. A Ángela le debían dos meses de salario en su último trabajo y la situación se había vuelto tan insostenible para pagar el alquiler del piso que compartía con su novio, que decidió hacer las maletas. Su novio trabaja en una empresa que ha anunciado un ERE y su madre lleva tres años en paro. "Mi familia no me puede ayudar", dice apesadumbrada. También ella tuvo que gastarse unos pequeños ahorros en el infructuoso viaje hasta Geldern. Según el contrato que les presentaron al llegar a Alemania, deberían estar un año en prácticas cobrando nada más que 500€. Ambas decidieron rechazar la oferta; otros candidatos la aceptaron. "No sé de qué se supone que deberíamos haber vivido todo ese tiempo", señala Aurora indignada.

Antes de que se marchasen, el jefe de la empresa de trabajo temporal les ofreció buscarles otro puesto con mejores condiciones en un hospital, para lo que necesitaría un par de meses. Ni Aurora ni Ángela se podían permitir mantenerse dos meses en Alemania sin trabajar. "Tengo un amigo que tiene una empresa de productos cárnicos y podéis trabajar ahí esos dos meses hasta que os encuentre otra cosa en un hospital", les dijo el jefe. Como no tenían nada que perder, concertaron una cita en el matadero.

El trabajo consistía en empaquetar carne y las condiciones, trabajar diez horas de lunes a viernes , así como dos fines de semana al mes, por mil euros. La casa la ponía la empresa. Era un piso con dos habitaciones y en cada cuarto había cuatro y cinco camas. Todos los inquilinos compartían un solo lavabo. "Un piso patera de toda la vida", asegura Ana. Ambas se volvieron asustadas a sus respectivas ciudades.

Meses más tarde, tras seguir buscando trabajo en España sin obtener respuesta, ambas han vuelto a Alemania. Esta vez han encontrado un trabajo en Berlín y esperan que no sea otro timo. "Con la crisis hay muchas empresas que estafan. Nosotras no firmamos el contrato, pero otros compañeros sí y ahora andan de juicios".

El hecho de que las condiciones que les ofrezcan sean las que se ofrece en Alemania a una enfermera que acaba de terminar su formación no las entristece. Sus turnos son de doce días seguidos y dos de descanso. No hay más vacaciones ni pagas extra más allá de los días de descanso. Cobran nueve euros la hora, también cuando trabajan de noche o los domingos. El idioma es lo que más les cuesta. Y es fundamental en su profesión: "No poder comunicarte con tu paciente es una tortura horrible", asegura Ángela.

Los enfermeros españoles tienen muy buena imagen en Alemania, ya que hasta hace muy poco tiempo la enfermería era considerada una formación profesional, mientras que los españoles llegaban con una preparación de cuatro cursos de universidad. "Este no es el trabajo que hemos aprendido en la facultad. Nos preguntan si sabemos tomar la tensión o medir la insulina. Eso ya lo hacíamos en primero de carrera", dice Lorena un tanto impaciente. Añade que quiere quedarse el tiempo necesario para ahorrar y poder hacer un máster en España. "Tal vez así consiga un trabajo y pueda estar cerca de mi novio". Aurora, escéptica, asegura que ella ya hizo un máster y tampoco le ha servido para encontrar trabajo.

La pesadilla de los jóvenes que soñaron con Alemania
http://www.eldiario.es/economia/Pre-parados-hacer_0_66143786.html