El viejo cura del pueblo, en el Valle de las Palmeras, los esperaba en la puerta de la parroquia, los recibió sonriente, dando la bendición, a los cuatro señores que venían en el lujoso coche de Eufemiano. Conversaron un rato en la puerta sobre las novedades en el obispado, el nombramiento de nuevos sacerdotes para la zona centro de la isla, el tiempo caluroso que hacía en el aquel junio del 36...