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sábado, 21 de diciembre de 2013

SIN MIEDO AL FUTURO

Con el telón de fondo de la crisis económica, los medios de comunicación están propagando el miedo a gran escala. Se paraliza la construcción por miedo a no vender los pisos, cierran comercios ante la falta de expectativas, se producen despidos en masa por temor a la recesión... El actual clima de pánico ha logrado incluso desvanecer temores mucho más fundados que habían acaparado la atención los últimos años. Porque ¿quién habla ahora del calentamiento global? Parece que todo lo que necesita la humanidad es salvar la economía para volver a comprar coches, segundas residencias y ropa de marca. La pregunta que debemos hacernos es: ¿dónde se genera el miedo que estamos viviendo?

Tenemos a nuestro alcance muchas herramientas para afrontar nuestros temores, desde ejercicios de visualización hasta centrarnos en una actividad presente o movilizar nuestra creatividad.

El contagio del pánico

Nuestro actual clima de inquietud y desánimo nos hace olvidar que la sociedad occidental ha vivido, no hace tantas décadas, otras oleadas de pánico generalizado, incluso antes de la guerra fría, que hizo temer un fin catastrófico. En 2008 se cumplían 70 años de la famosa transmisión radiofónica de La guerra de los mundos, de H.G. Wells, una dramatización de la novela que la CBS lanzó a las ondas y que relataba la invasión de la Tierra por parte de los extraterrestres. El programa estaba dirigido por un joven Orson Welles –la semejanza del apellido con el autor del texto era solo una coincidencia–, que en su adaptación radiofónica pidió a los locutores que interpretaran su papel con gran realismo. El guión incluía llantos de los presuntos periodistas e interrupciones de los informativos para alertar sobre el desembarco de los alienígenas en Nueva Jersey.

El resultado es sobradamente conocido, pero merece la pena recordar algunos episodios. Al escuchar en las supuestas noticias que el ejército norteamericano combatía a los invasores en las calles, un ciudadano de New Jersey irrumpió en un teatro lleno para dar la voz alarma, lo que provocó la estampida de los espectadores. Miles de personas huyeron de la urbe en sus coches, mientras que los que no disponían de transporte se envolvían la cabeza con toallas húmedas para librarse de los gases venenosos de los alienígenas. 

Al darse cuenta de las consecuencias, la CBS empezó a radiar mensajes de calma, recalcando a la audiencia que se trataba de una ficción, pero fue necesaria  toda una noche para que se desactivara el pánico generado. Un programa de 55 minutos y medio había desatado el caos en la nación más poderosa del mundo. Esta experiencia demuestra que el miedo es un detonante que hace llegar su explosión incluso a los que no han podido oírla.

Profecías paralizadoras

Sobre las ondas expansivas del miedo en las crisis económicas hay un relato muy ilustrativo en el libro de Gabriel García de Oro La empresa fabulosa. Cuenta la historia de un hombre que vendía unas rosquillas deliciosas al lado de una carretera. El negocio iba viento en popa, tanto, que ni oía la radio ni leía los periódicos. Tampoco hacía demasiado caso a la televisión. En verano vino a visitarle su hijo, que estaba haciendo un posgrado en Ciencias Empresariales, y le dio una noticia: “Padre, ¿usted no escucha la radio ni lee los periódicos? Estamos sufriendo una enorme crisis. Esto se hunde.” El padre pensó: “Mi hijo tiene estudios, está informado y sabe de lo que habla.” De modo que compró menos ingredientes y de inferior calidad para reducir su producción de rosquillas. Las ventas fueron disminuyendo día a día y al cabo de poco tiempo, empezó a sufrir pérdidas. El hombre llamó a su hijo a la universidad para decirle: “Tenías razón, hijo. Estamos inmersos en una crisis muy grande.”

Esta fábula nos enseña que el miedo, muy especialmente el miedo al porvenir, puede convertirse fácilmente en una profecía de autocumplimiento. Es decir, cuando nuestros temores empiezan a ocupar el espacio mental que correspondería a la toma de decisiones y a la acción, al final, el deseo negativo acaba desembarcando en la realidad. La persona que ha sintonizado el fracaso como emisora mental hará inconscientemente todo lo posible para poder decir al final: “¿Lo ves? Ya te lo decía yo.”

Miedo al miedo

Cuando nos enfrentamos a una emergencia experimentamos una subida de adrenalina, pero en ningún caso nos quedamos paralizados por el temor. Probablemente, el miedo aparecerá después, cuando la persona se dé cuenta del peligro que ha corrido. Sin embargo, lo más común es que el miedo haga acto de presencia con anterioridad a algo que todavía no ha sucedido. Las personas que padecen fobias saben por propia experiencia que el pánico anticipatorio –también llamado “miedo al miedo”– provoca más sufrimiento que la situación que se trata de evitar. En la raíz del miedo está siempre el temor a lo desconocido, a aquello que no sabemos si podremos gestionar. Por lo tanto, todo miedo es futuro.

La psicóloga María Teresa Lemus recurre a la logoterapia de Viktor Frankl en busca de herramientas contra el miedo al porvenir. “Cuando pensamos que el futuro no alberga ningún sentido–explica–, ya sea por los conflictos internacionales o porque se está viviendo una crisis financiera o un divorcio, necesitamos corregir nuestra actitud y ampliar nuestro campo de visión. Viktor Frankl hablaba de una 'repolarización de la actitud'. La vida espera de nosotros que esculpamos con arte nuestro propio bloque de mármol. Nuestro limitado campo de visión necesitará ampliarse para que podamos percatarnos de las magníficas esculturas que pueden salir de ese bloque. Poder visualizar a priori nuestra obra nos salva de darnos por vencidos en las épocas difíciles de nuestra vida. Todo esto se resume en una frase logoterapéutica: “O consagramos nuestra vida a un fin o claudicamos.”

En opinión de esta terapeuta, la tendencia a la claudicación se combate trabajando para aquello que puede dar sentido a nuestra vida, y lo único que tenemos a nuestro alcance para conseguirlo es corregir nuestra actitud. “El anhelo por un objetivo en la vida se sacia habilitando dicho objetivo y la única forma de lograrlo es ampliando nuestro campo de visión”, concluye Lemus.

La creatividad como solución

En su ensayo NoMiedo, la doctora en organización de empresas Pilar Jericó asegura que la mejor manera de afrontar el miedo al futuro es diseccionarlo de forma parecida a lo que hacen los asistentes a un curso para superar el pánico a volar. Una de las técnicas que se utilizan más a menudo es imaginar con todo lujo de detalles el temido accidente. Semanas antes de tomar el avión, la persona dedica varios minutos al día a visionar todo el escenario: la llegada de los bomberos, el drama exhibido por televisión... El objetivo es conseguir que cuando finalmente se suba al avión, esté tan aburrida de imaginar estas escenas que se ponga a pensar en otras cosas distintas de su miedo.

“Cuando diseccionamos nuestros miedos con sentido común y de forma concreta, vemos que no son tan terribles. No olvidemos que nuestro peor enemigo somos nosotros mismos. E imaginando situaciones ambiguas y terribles somos grandes expertos.”

Como señala Pilar Jericó, en el miedo hay muchas veces una sensación anticipada de pérdida, ya que nace de la amenaza de perder lo que tenemos. Para desactivarlo, es conveniente concretar qué es eso que tanto nos asusta perder. ¿El trabajo?, ¿una propiedad?, ¿nuestros ahorros? Una vez determinado qué es, deberíamos hacernos la pregunta: ¿Y qué? Seguramente, nos daremos cuenta de que tenemos recursos para salir adelante y de que si no encaramos la posibilidad de la pérdida como el fin del mundo, dejaremos de estar aterrorizados.

Por lo tanto, debemos poner nuestros temores en el mapa para dejar de tener miedo al miedo. “Los miedos ambiguos nos atemorizan. En la medida que los hagamos concretos, con sentido común, seremos capaces de mirarlos a la cara y buscar alternativas”, asegura Jericó.

Definir lo que queremos

Contra el miedo al porvenir, otro americano mucho más célebre,  John F. Kennedy, dijo en un discurso muy recordado: “No preguntes qué puede hacer América por ti, sino qué puedes hacer tú por América.” Parafraseando esa idea, estaría bien dejar de pensar sobre qué será de nuestro futuro para decidir qué clase de futuro es el que queremos construir.

A fin de cuentas, el futuro no es algo que aparece en nuestro horizonte como una nave extraterrestre, sino que es el fruto de todas las decisiones y acciones que llevamos a cabo en el día a día. De aquí a unos minutos, cuando el lector haya completado la lectura del artículo, es muy posible que haga algo aparentemente sin importancia: una llamada telefónica, una anotación en la agenda, un proyecto que empieza a tomar forma, etc. Pero, sin darse cuenta, estará haciendo algo muy trascendente: diseñar su futuro.

Puesto que nos asusta lo desconocido, la mejor manera de acabar con el miedo al porvenir es empezar a definirlo. En el momento en que moldeamos con nuestros actos lo que queremos que suceda, la realidad futura deja de ser algo enigmático y amenazador controlado por un oscuro azar. Aunque inesperado –si fuera previsible no soportaríamos la vida–, lo que nos espera será en buena parte obra nuestra. Una obra que se edifica con el momento presente, que es el oro negro de los constructores del futuro.

sábado, 5 de octubre de 2013

LAS MONEDAS SOCIALES PLANTAN CARA A LA CRISIS

El boniato forma parte de una nueva generación de monedas -como el ecosol, el puma, o la mora- que han surgido en diferentes regiones españolas para reactivar las economías locales y también para protestar contra un sistema financiero que carece de rostro humano.
En España un fenómeno financiero avanza sin pausa, pero sin prisa. Actualmente, existen al menos 30 monedas sociales –también conocidas como solidarias o complementarias– que operan en el país. Las hay catalanas, andaluzas, madrileñas, vascas, castellanoleonesas…

Salvo casos excepcionales, carecen de una representación física tangible, pero son reconocidas como medio de pago de alimentos, libros, ropa, licores artesanos, clases de conducción, de gimnasia e incluso sesiones de psicoterapia.

“Un boniato ejerce la función de una moneda, pero no está timbrado, no es físico, no existe en papel aunque sea un medio de intercambio. No hay un billete que marque 5 boniatos, pero tiene un equivalente monetario”, explica José Vargas.

Vargas es miembro de la cooperativa responsable de la editorial y librería Traficantes de Sueños, uno de los negocios madrileños que forma parte de la red que promueve el pago con boniatos.
El esquema se asemeja al que utilizan las aerolíneas o los supermercados para fidelizar a sus clientes. Cada vez que un consumidor adquiere un bien o servicio –mediante un pago en euros– el comercio perteneciente a la red de negocios solidarios le acreditará un cierto porcentaje en boniatos. Cada negocio decide libremente el porcentaje que abonará a su cliente, aunque suele ser del 10%.
Cuando el cliente dispone de suficientes boniatos para adquirir el producto o servicio de su elección, paga con ellos en cualquiera de los comercios del circuito.

“Las monedas complementarias son un elemento indispensable en el sistema económico del futuro. La actual crisis económica no se puede desligar de la crisis ecológica. Debemos hablar de una crisis sistémica. La crisis actual va ligada al concepto de globalización y es el modelo de globalización el que está en crisis”



Alternativa a la crisis

“Cuando hay crisis y la población que está en paro se multiplica, se crean frecuentemente redes de monedas sociales. Cuanto más se acelera y profundiza la depresión económica, mayores son las protestas de la gente, pero también las propuestas que las acompañan”, dice a swissinfo.ch Jean-Michel Servet, profesor del Instituto de Altos Estudios Internacionales y del Desarrollo, en Ginebra.

Una visión que comparte Álvaro Martín Enríquez, director de Innovación de AFI, consultora y escuela de estudios de postgrado en finanzas en Madrid. “Las monedas complementarias han adquirido un significado particular en tiempos de crisis, debido a que fomentan la actividad económica local en una coyuntura en la que el paro ha superado el 25% y las rentas de las familias han caído drásticamente”.

Sin embargo, César Gómez Veiga, miembro Heliconia -cooperativa dedicada a la oferta de servicios ambientales y uno de los principales promotores del boniato- considera que las monedas sociales, el boniato en particular, son más bien el desenlace de 20 años de trabajo previo.
“Hace dos décadas comenzaron a constituirse las primeras cooperativas para una economía más social, y se requería un sustento financiero para ellas. El boniato es justo eso”, afirma.

Protesta y nueva identidad

Algunos especialistas consideran que las monedas son frecuentemente una bandera de protesta. Su surgimiento “revela un problema mucho más profundo: una fractura ideológica”, asegura Jean-Michel Servet, experto en economía solidaria y monedas complementarias.

“Hasta el año 2007, el mundo creía que debía seguir a pie juntillas las reglas del libre mercado, pero esta prolongada crisis ha llevado a la población a cuestionarlo todo”, prosigue.
“Frecuentemente, las monedas complementarias forman parte de un sistema de economía solidaria que promueven el comercio sostenible y consumo responsable, y que privilegia los productos locales y artesanos para dinamizar las economías locales, añade Servet.

Una visión que suscribe César Gómez Veiga al afirmar que “los boniatos tienen un carácter simbólico de transformación. Son un signo de identidad, la muestra de que es posible y necesaria una economía más solidaria tanto en el presente como en el futuro”.
En su opinión, las cooperativas que forman parte de la Red de Economía Alternativa y Solidaria (REAS) y promocionan el boniato, han enfrentado mucho mejor la crisis que los negocios tradicionales.

Falta respaldo institucional

Sin embargo, para ser exitosas a largo plazo, las monedas sociales necesitan un respaldo institucional, algo que aún no existe en España.

“Cuando una moneda social no es conocida y tiene poca aceptación, está condenada al fracaso, porque para funcionar requiere obligatoriamente una masa crítica”, explica Álvaro Martín Enríquez.

El economista cita como ejemplo la llamada libra de Bristol, que surgió en septiembre de 2012 en el Reino Unido y con la que se pueden adquirir bienes y servicios en más de 300 negocios locales. La peculiaridad de esta moneda –con un valor idéntico al de la libra esterlina– es que cuenta el respaldo de la Bristol Credit Union, y como consecuencia, del Banco de Inglaterra.
Existen billetes físicos, los consumidores disponen de cuentas electrónicas que les permiten comprar directamente en las tiendas, y también pueden realizar transacciones vía Internet o desde sus teléfonos móviles. Es un sistema que posee un marco regulatorio claro.

“En España, su uso es aún minoritario, menos sofisticado y está lejos de contar con el apoyo institucional”, señala Martín Enríquez. Las divisas españolas se hallan en una zona gris en la que se maneja de forma paralela al sistema monetario, precisa.

“Uno de los objetivos de toda moneda es la acumulación de riqueza, si una divisa carece de control y supervisión, pueden existir problemas. En España, no creo que las autoridades se hayan planteado siquiera este tema de manera formal. Es un asunto complejo que requiere tiempo y recursos. Es poco conocido. Quizás podría ser planteado por algún ayuntamiento, pero la situación económica es delicada, y de cara a los recortes de gasto que están en curso, sería muy difícil destinar recursos a cualquier tema que no sea crítico”.

Más adeptos

En la actualidad, no existen aún cifras oficiales o encuestas conducidas por el Ministerio de Hacienda sobre la evolución de las monedas complementarias en España. No obstante, sus avances se hacen evidentes en el día a día. No solo por el número creciente de monedas que surgen, sino por el interés que despiertan entre los consumidores.

Junio fue un mes clave para el consumo solidario español, y para el boniato en particular. A principios de ese mes se celebró la primera Feria de la Economía Solidaria en Madrid, una cita de dos días a la que asistieron 10.000 personas y donde 130 expositores se encontraron directamente con el consumidor.

Dada la magnitud del evento, el movimiento organizador, Economía Solidaria en Madrid, imprimió excepcionalmente papel moneda en boniatos y, según sus estimaciones, se realizaron 40.000 transacciones en esta divisa durante la feria.
A mediados de junio tuvieron lugar dos encuentros semejantes en Zaragoza y Pamplona. Y en septiembre y octubre están previstos eventos del mismo tipo en Bilbao y Barcelona.

Los españoles razonan su consumo y buscan alternativas para mantener en marcha las economías de proximidad a través de divisas distintas al euro, lo que pareciera una innegable consecuencia de la crisis.

Aunque César Gómez Veiga, de la cooperativa Helicornia, rechace la hipótesis con buen humor, pero con una rotunda convicción: “¡Qué va! Los boniatos y las otras monedas complementarias no son resultado de la crisis, pero que estemos hablando hoy de ellas… sí”.
Monedas complementarias en Suiza
·Suiza es uno de los países europeos con mayor tradición en materia de monedas complementarias.

·El WIR, que actualmente cuenta con 60.000 utilizadores, nació en 1934 como respuesta a la depresión de 1929 y 1930, cuando escasearon las monedas y los comerciantes de Zúrich necesitaban medios para asegurar sus operaciones comerciales.
·Actualmente, el 20% de las PYME helvéticas pagan sus consumos e inversiones en WIR. Las operaciones en esta moneda alternativa rondan los 1.800 millones de francos suizos anuales.

·El sistema WIR tiene sede en Basilea y sucursales en diversas regiones del país. Para garantizar transparencia y solvencia, está bajo supervisión del Banco Nacional Suizo (BNS).

·También existe el BonNetzBon (BNB) operado por la Cooperativa de Basilea, miembro de la Red de Economía Social. Esta moneda local puede intercambiarse (compra y venta) con los francos suizos tradicionales.

·El BNB se acepta también para transacciones comerciales en las regiones de Francia (Alsacia) y Alemania (Baden) fronterizas con Suiza. Físicamente existen billetes y monedas, cuya fabricación está protegida de falsificaciones a través de diversas técnicas de impresión.

domingo, 1 de septiembre de 2013

LOS JÓVENES BUSCAN SALIDAS : LA NUEVA GENERACIÓN SE VA AL PUEBLO

La actual coyuntura económica ha sacado a los pueblos del olvido. Las zonas rurales han dejado de ser un refugio vacacional de jubilados y de profesionales no cualificados para convertirse en un refugio apetecible donde pasar el chaparrón.

Internet comunica y moderniza pequeñas localidades que antes estaban aisladas, ofreciendo nuevas oportunidades a los jóvenes que se han cansado de malvivir en la urbe. Daniel Boyano, de 28 años, es uno de estos emprendedores que decidieron probar suerte lejos de la gran ciudad. Después de recorrer mundo durante un año, soltó el petate en la zamorana Sierra de la Culebra y allí montón un huerto. "Nací en la Puebla de Sanabria y, durante toda mi etapa de estudiante, soñaba con volver. Ahora se ha convertido en mi casa", dice con orgullo.
Boyano vio soplar vientos de cambio y optó por buscar sus propias soluciones. "Existe un pensamiento colectivo pesimista en la comarca que se traduce en la sensación de que no se puede hacer nada para remontar. Los jóvenes debemos vencer esos miedos volviendo al pueblo y revitalizándolo con nuevos proyectos", defiende. Su experiencia en cooperativas de Colombia, Costa Rica y Chile hizo que se decantara por la agricultura. "No siembro sólo para autoabastecerme. Intento que parte de mi cosecha termine en el mercado del pueblo y así se mejora la alimentación de los vecinos con el consumo de productos de temporada. Al mismo tiempo, se generan oportunidades en el comercio local para que otros jóvenes como yo puedan mantenerse", explica.
 

SE VENDE ALDEA ABANDONADA
Algunos pueblos han implantado sus propios planes de reconversión para salir adelante. El Ayuntamiento de Olmeda de la Cuesta (Cuenca) sacó a subaste hace un año varios solares baratos para atraer población a esta localidad en la que no nace nadie desde hace más de cuarenta años. El consistorio quiso poner freno al envejecimiento con la promesa de derrumbar algunas viviendas abandonadas cedidas por antiguos propietarios. Una decena de personas aprovechó la oportunidad y adquirieron una de estas parcelas de 150 metros a cambio de unos 2.000 euros. La carestía del mercado inmobiliario ha relanzado las propiedades rurales.

En España hay unos 3.000 pueblos deshabitados, 500 de ellos a la venta. El portal Aldeasabandonadas.com recibe una media de 300 solicitudes de información al día, según los datos que maneja su responsable, Rafael Canales. Esta página alquila o vende municipios enteros con fines comerciales. El pueblo de Lacasta, en la provincia de Zaragoza, es el precedente más conocido de este tipo de transacciones. Se puso en venta hace dos años por 189.000 euros y tuvo un gran impacto mediático. También lo hizo, Oteruelo de Ocón, en La Rioja, donde se ofrecían once edificaciones del casco urbano y 5.000 metros cuadrados de terreno a cambio de 176.000 euros.

"El precio de la vivienda es el mayor atractivo de un pueblo rural", sostiene Benjamín García, catedrático en Sociología en la Complutense. "Por el mismo dinero que cuesta un piso de tamaño medio en la ciudad, pueden adquirirse varios inmuebles de mayores dimensiones e, incluso, restaurar uno de ellos para transformarlo en una casa rural. Es una salida para parejas jóvenes que tengan algunos ahorros y estén dispuestas a invertirlo", propone.
 


Las eco-aldea solidarias
La filosofía de las 'ecoaldeas' es similar. Son pequeñas comunidades que aspiran a la autogestión y la sostenibilidad. Sus pobladores comparten consignas ecológicas y una política de decrecimiento económico parecida a la que promulgaron las comunas hippies en los años 70. Jordi Orus lleva 30 años apostando por este estilo de vida en Arcadia, un colectivo afincado en el Valle de Biert, cerca de la localidad gerundense de Banyoles."Integramos una micro sociedad que busca simplificar las cosas. Tenemos claro que el sistema capitalista no funciona y nos apetecía demostrarnos a nosotros mismos que una vuelta atrás puede ser positiva", cuenta. Orus está convencido de que las estructuras horizontales son la única salida a la crisis. "España se sostiene por el esfuerzo de las familias, así que hemos construido la nuestra aquí. Todos compartimos responsabilidades y recursos, de manera que cuando uno está en dificultades, el resto arrima el hombro", argumenta.

En España existen quince 'ecoaldeas' con una población máxima de 300 personas. Se requieren, al menos, 150 habitantes para crear una infraestructura mínima que les garantice independencia energética, alimentaria, educativa y sanitaria, pero Arcadia solo cuenta con 50 ocupantes. La solución que han encontrado pasa por el hermanamiento con una comunidad que se está levantando a escasos metros. Se llamará Kanawen y ya está habitada por ocho adultos y dos niños. 
Benjamín García, catedrático en Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, considera que estas iniciativas pueden funcionar, pero no dejan de ser el reducto de una minoría. "La ruralidad se lleva desde los años 80, eso no quiere decir que se vaya a producir un éxodo masivo de la ciudad al campo", sentencia. "Es cierto que hay gente que se está escapando a los pueblos, pero la mayoría sigue trabajando en la ciudad. Es el híbrido perfecto, porque en las zonas rurales no hay trabajo y los salarios actuales de las urbes sólo dan para vivir en pequeñas localidades", explica este experto, autor del libro Ruralidad emergente, posibilidades y retos. "El boom de la repoblación de aldeas se parece a las promesas de empleo en países lejanos. Ni lo uno ni lo otro es tan fácil como parece. Uno no puede irse al campo así como así. Es imposible que un joven sin tierras ni dinero para comprarlas pueda vivir de la agricultura", advierte.

Joaquín Nieto, director de la Oficina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en España le da la razón. "Las áreas rurales necesitan gente, no sólo para la agricultura o la ganadería, sino también para garantizar la biodiversidad, cubrir los servicios que requiere su población y modernizar sus estructuras. El problema es que las Administraciones Públicas no están invirtiendo en los nichos adecuados y por eso los pueblos siguen sin generar suficientes ingresos", comenta.

Nieto defiende que la burbuja rural también ha hecho daño a la economía de este ámbito. "Los chicos que no tenían estudios encontraron una alternativa en la construcción. El sector les ofrecía mejores salarios que la recolección y pocos se plantearon otra opción. Ahora la nueva generación se ha quedado en una posición muy complicada", lamenta. En su opinión, el crecimiento sólo será posible con un cambio de las políticas económicas. "La austeridad no sirve. Hay que reactivar el ladrillo con la rehabilitación de viviendas, implantar energías renovables y potenciar la agricultura económica para sacar a los pueblos de la miseria", apunta el director de la oficina española de la OIT.

Aurora Muñoz - Zoomnews

lunes, 24 de junio de 2013

LOS 'CIE' : ¿LOS 'LIMBOS LEGALES' DE LA POLICÍA?

En EE.UU hay montado un debate porque Obama propone un DNI nacional para combatir la migración irregular. Allí no se estila (desde 2005 hay uno opcional) y muchos se oponen a esta medida blandiendo el espantojo del socialismo. La tradición del liberalismo yanqui (anglosajona: en Inglaterra tampoco tienen) protege más la esfera de lo privado, y la intromisión del Estado en la vida de cada cual es menor que en Europa. Y no digamos en la burocrática España, donde los papeles son todo un clásico, y un perfecto método de control social. Allí tienen los suyos. Por ejemplo, si a un joven le pillan en Mineapolis con una bolsita de maría a la segunda puede irse a la cárcel un mes, y aquí, si te pillan con su equivalente china, te cae una multa de 300, que si no pagas te sitúa en una lista. Pero allí viajan entre estados sin papel alguno y aquí te da palo viajar sin DNI a Francia, incluso salir a la calle sin él. No está prohido ni es ilegal no llevarlo. Pero es un engorro si te lo piden. Allí, te controlan menos pero si rompes la ley la pagas. Aquí dejo que me fichen con un número pero (depende de quien seas) si la rompo no la pago.
 
  • Los controles racistas para la estigmatización de los migrantes y las identificaciones masivas y arbitrarias para desincentivar las protestas vía buro-represión son el pan de cada día. 
  • El gobierno ha pasado de negar los controles racistas a normalizarlos. 
  • Sólo en Madrid, se ha recaudado desde 2011 un cuarto de millón de euros en multas a manifestantes pacíficos. 
  • Varios colectivos desobedientes están luchando contra esta forma de control social.
  •  
    La tragedia de ese papel ha roto vidas en dos. Por ejemplo, J y C vivían juntos en Usera (Madrid). Los dos vinieron de Bolivia. J estaba regularizada y C no. Una noche, C salió del metro y un policía de paisano le pidió la documentación y le detuvo. J recibió una llamada de comisaría. Le pedían que llevara el pasaporte de su novio. Lo hizo. Pidió hablar con C. No la dejaron. Estando embarazada de cinco meses, esperó hasta las 2 de la mañana. Lo intentó al día siguiente y tampoco la dejaron. Cuando al día siguiente volvía a comisaría, recibió una llamada de C. Lloraba. “Me están mandando a casa”. J fue en metro a Barajas. Allí un policía le dijo que le iban a expulsar. “Tengo derecho a despedirme”, dijo J. “Has visto muchas películas americanas”, respondió el policía.
     
    Esto pasó en 2010 y J lo contó en un informe de Aministía Internacional sobre Perfiles raciales y control de la inmigración en España. “Los policías lo habrán olvidado, pero para él y para mi ha sido un trauma que nunca olvidaremos”, dice también. “Ahora estoy sola con mi hijo. No paro de buscar trabajo pero sola con un niño es difícil”.
     
    En el mismo informe, Amnistía Internacional recoge más casos de detención por no llevar papeles. Un senegalés al que se los han llegado a pedir cuatro veces en un día. Otro chico indio que ha pasado por todas las comisarías de Madrid… También denuncia que la policía cuenta con cupos de detención de migrantes en situación irregular y con indicaciones de qué nacionalidades es prioritario pedir su ingreso en un CIE y de cuáles no. Tránsito entre la detención y la expulsión (allí pueden estar hasta 60 días), los Centro de Internamiento para Extranjeros (9 en España, 420 en toda la UE) son, como si dijéramos, extensiones de un calabozo policial. Al no haber cometido ningún delito (no tener papeles no es delito, es falta administrativa) no dependen del Ministerio del Interior, si no que son limbos legales que dependen de la policía. Como se cuenta en el blog cárcelesracistas, los CIEs violan 8 de los 30 artículos de la Declaración de los Derechos Humanos. En ellos, a los internos no se les suele informar de sus derechos, se les niega asistencia jurídica y médica, hay muchas denuncias de trato degradante, e incluso de torturas.
     
    Si no tienen papeles (se calcula un millón en España), muchas veces el destino es el CIE y la expulsión (la otra opción, la multa, se impone menos). Si los tienen pero pertenecen a una minoría étnica (unos 4 millones), les pedirán los papeles muchas más veces. A todas horas. Sin importar que lleguen tarde al trabajo, en cualquier lado: en locutorios, a la salida del metro, en discotecas. Y si protestan, a comisaría, aunque todo esté en orden, con el pretexto de que a lo mejor les engaña.
     
    El efecto de las identificaciones racistas, asegura AI, es reforzar el prejuicio social de que las personas de otras etnias comenten más delitos. Y así aumenta el racismo. Malena, integrante de las Brigadas vecinales de Observación de los Derechos Humanos, añade que su efecto atañe a toda la sociedad al estigmatizar a un grupo social. “Además, hacen que nos acostumbremos a la presencia policial en la calle. Cumplen, por tanto, con una labor de control social. Aunque las identificaciones racistas sean distintas a las identificaciones masivas que se están dando en las protestas, ambas persiguen que se normalice el control del uso de los espacios públicos, el derecho a circular libremente. Las aceptamos porque tocan a otros y no a nosotros. Pero tras este colectivo llegarán otros”.
     



    Las Brigadas llevan trabajando en Madrid desde 2009. “Surgen de muchos colectivos de barrio tras un año de trabajo previo”, cuenta Malena. “Intentamos aplicar la figura del observador de los derechos humanos, recocida en el marco del derecho internacional, aunque aquí antes no se aplicaba, como si no se vulneraran derechos”. Salen por un barrio, mínimo en grupos de cuatro, con chalecos naranjas para ser identificados. Documentan las redadas racistas. Desde abril de 2011 en que presentaron su primer informe hasta noviembre de 2012 (que presentaron el segundo) recibieron 1.144 avisos de redadas racistas, muchos de ellos a través de su Twitter. En ese año y medio, las propias Brigadas detectaron al menos un control racista en la tercera parte de sus salidas. En su web, además, estudian los datos incoherentes presentados por el Ministerio del Interior tras la presión ciudadana. De los 8,7 millones de identificaciones que se hicieron en 2012, reconocen 49.256 en las que el 56% fue a extranjeros, siendo sólo el 12% de la población.
     
    “El gobierno ha pasado de negar los controles racistas, en época del PSOE, a normalizarlos después”, asegura Malena. “Dicen que los controles se hacen a personas que infunden sospecha, para luchar contra delincuencia, la trata de personas y las redes de inmigración ilegal. Meten en el mismo saco a personas y a delitos”.
     
    El número de brigadistas en Madrid es variado, pero haciendo un cálculo de los que han pasado por los talleres mensuales de incorporación, Malena calcula unas 200 o 300 personas. “Al haber tensión frente a la policía, realizamos un taller de formación, para que se conozca el marco jurídico y los principios del proyecto”. El trabajo de las Brigadas pasa, también, por la elaboración de informes y la visibilización de estas prácticas en todos los barrios donde abundan los migrantes. “Nuestro objetivo es acabar con las redadas por perfil étnico, así que documentamos y denunciamos”, dice Malena, “pero no entorpecemos físicamente la labor policial, aunque recibimos coacciones y la criminalización de las instituciones”. Así pues, su labor no es, senso estricto, desobediencia civil (aunque este tema es todo un debate en el colectivo), como la que han practicado vecinos de Madrid al declarar sus barrios (Aluche, Carabanchel, Usera, Lavapiés) libres de redadas. “Actuamos dentro del marco legal, pero nuestra presencia molesta mucho, de ahí las sanciones, que persiguen amedrentar y silenciar al colectivo”. Han ganado un juicio, pero las sanciones por otras 7 causas abiertas (y recurridas), suman ya 3.400 euros.
     
    Buro-represión. Así se llama a la práctica de multar a colectivos o personas que están protestando ante las actuaciones de las instituciones. Y es, junto a represión policial, una tendencia en aumento, que se da tras identificaciones masivas y arbitrarias, encaminadas a precarizar más a los activistas, desmovilizarles e infundirles miedo.



    Aunque la multa media ronda los 300 €, han llegado a poner 1.000 € de multa por ir a manifestación no comunicada o de 6.000 € al que convocó el 25-S. En Madrid, desde 2011, se ha recaudado más de un cuarto de millón de € (entre multas a mil personas). Muchas de ellas están recurridas y se han presentado 59 demandas por indefensión contra las sanciones indiscriminadas.
     
    Para hacer más difícil a la policía su trabajo, la Plataforma por la Desobediencia Civil (que nació en 2012, tiene tres pilares –formación, campañas y caja de resistencia– y está formada por las Brigadas, además de otros colectivos como LegalSol, Ecologistas en Acción, Antimilitaristas o la Plataforma de Solidaridad con Chiapas y Guatemala), presentó hace dos meses la campaña DNI (Di No a las Identificaciones). Una respuesta colectiva a la buro-respresión. El objetivo es salir de casa sin DNI y, ante la petición de documentación, decir que no la llevas, que no has hecho nada malo, que estás harto de que te multen y que preferimos ir a comisaría que dejar de defender un derecho básico.
     
    Una campaña que se inserta, esta sí, en los parámetros de la desobediencia civil clásica: es alegal o va en contra de una práctica de la autoridad, es colectiva, pública, no violenta y asume las consecuencias de la acción. “Con esta acción se pretende hacer el trabajo policial más difícil y mostrar el ridículo de esta situación”, resume Malena. “Tiene sentido si es masiva”. ¿Lo es? “En eso estamos”.

    Marcos Rebollo Fidalgo - Periodismohumano

    jueves, 6 de junio de 2013

    BLOQUEAR LAS ENTRAÑAS DE LA TROIKA

    Miles de activistas anticapitalistas de todo el mundo se dieron cita en Fráncfort para bloquear la sede del Banco Central Europeo durante la convocatoria de Blockupy 2013.

    La presencia policial fue masiva, se produjeron decenas de heridos por espray pimienta y una manifestación legal fue detenida y bloqueada.

    Alrededor de 2.000 personas durmieron en el campamento que los organizadores levantaron a las afueras de la ciudad.

     
    “Se puede ver que hay una estrategia de radicalización del Estado para controlar los movimientos sociales. Esto quiere decir que nosotros tenemos que pensar cada vez más radicalmente”. Julio se expresaba en caliente, sentado en un bus de vuelta a Berlín, sólo minutos después de haber sido retenido durante cuatro horas en la gran manifestación de Blockupy Fráncfort 2013, que reunió, según los organizadores, a unas 20.000 personas. A escasos 200 metros de haber iniciado la marcha, la policía rodeó a cerca de 400 manifestantes. Los agentes sostenían que entre ellos había radicales violentos que no podían continuar. Ante la negativa de los manifestantes a identificarse voluntariamente, la policía se empleó a fondo y comenzó a detenerlos uno por uno. Volaron paraguas, bombas de pintura, gafas de sol, porrazos, una bomba de humo, botellas y espray pimienta. Fueron los momentos más críticos de la segunda edición de Blockupy.
    “En realidad es importante que pasen cosas así, porque de esta manera se muestra la verdadera cara del sistema actual, de la democracia representativa que es en realidad la falsa democracia”. El de la manifestación no fue el único encontronazo de este portugués, padre de dos hijos y residente en Polonia, con la policía. Antes de llegar a Fráncfort desde Berlín, su autobús, así como los otros cuatro que se desplazaron desde la capital, fueron detenidos por cientos de policías a 45 kilómetros de su destino.
     
    Durante más de seis horas nadie pudo salir ni para ir al baño o a fumar un cigarrillo, una medida que el equipo de abogados que apoya el movimiento Blockupy consideró claramente ilegal. La policía aseguraba que tenía noticias de Berlín de que en esos buses había gente que había adquirido armas, y por ello sometió a un registro personal y a la identificación, con fotografía incluida, de todos los pasajeros. No hubo ningún detenido, pero un autocar, repleto de refugiados sin papeles, se vio obligado a volver por miedo a poder ser deportados. “Esto simplemente se hizo para servir a la estrategia de controlar los movimientos sociales”, era el punto de vista de Júlio.
     
     
    En Fráncfort las cosas se calmaron considerablemente. A ello contribuyó el ambiente festivo y solidario que reinaba en el campamento que los organizadores de Blockupy instalaron a las afueras de la ciudad. Allí cualquiera que lo deseara podía encontrar comida gratis a todas las horas del día, agua, baños, música en directo, biblioteca, ropa seca (algo que se convirtió en fundamental debido a la persistente lluvia) un bar e, incluso, una zona de juegos para niños. El único inconveniente: las largas colas que a veces se formaban. “Creo que hemos levantado un campamento muy bueno, tenemos toda la infraestructura que necesitamos, es un escenario precioso y, ahora mismo, parece más un festival que cualquier otra cosa. Estoy muy contento de que hayamos conseguido ofrecer un lugar seguro a tanta gente”. Christian, miembro de la plataforma NoTroika de Fráncfort, fue uno de los encargados de poner todo a punto. Hasta 2.000 personas montaron sus tiendas de campaña y durmieron bajo la inclemencia del primaveral clima alemán.
     
    Este joven padre de una revoltosa niña también detallaba los movimientos que allí se podían encontrar: “Desde antifascistas, antirracistas, ecologistas, feministas, partidarios de la liberación animal… Todos estos diferentes grupos que se reúnen para compartir la misma idea de que el capitalismo es la crisis, y que la austeridad impuesta significa que todos los logros sociales de libertad, necesarios para una vida digna, están muriendo”.
    Un paseo por los diferentes “barrios”, palabra escogida para definir las zonas en las que se distribuían las tiendas de campaña, dejaba claro la gran cantidad de diversas nacionalidades presentes. Sin embargo, la más numerosa, como el propio Christian reconocía, fue la italiana. También una de las más participativas. En italiano fue una de las pocas intervenciones en las grandes asambleas que no tuvo el alemán como idioma principal. En ella un activista boloñés pedía, con un discurso leído en un iPhone, la unión de una Europa radical contra el capitalismo y el fin de la Troika. Gabriele no acudió al campamento, pero sí estuvo presente en las protestas por las calles de la ciudad. Él también coincide con el diagnóstico anterior, “esto no es una condena a la Troika, sino al entero sistema, del que la Troika no es más que un resultado”. Gabriele responde al perfil de joven del sur de Europa, cualificado y con pocas o ninguna posibilidad de prosperar en su país de origen: “Ahora mismo estoy estudiando filosofía en Colonia, y si nada cambia me quedaré en Alemania a trabajar porque volver a Italia es muy difícil, aunque sea triste decirlo”.
     
     
    El español también estuvo muy presente entre los rascacielos de Fráncfort, desde cánticos y consignas a eslóganes en pancartas. También en el imaginario colectivo, pues como los mismos responsables de Blockupy reconocían con motivo del segundo aniversario del 15M, los indignados marcaron el inicio de “un movimiento europeo en contra de las políticas de austeridad de la Troika y los gobiernos, contra el desempleo, los problemas de la vivienda y los recortes de los presupuestos sociales”, tal y como se puede leer en la página web de la coalición. Y, por supuesto, tampoco faltaron los manifestantes españoles.
    Pablo es uno de tantos jóvenes que ha tenido que encontrar en el extranjero un lugar en el que poder trabajar. Después de pasar por Berlín, este ingeniero industrial madrileño ha firmado un contrato con una empresa de Fráncfort. Aun así, considera muy importante continuar saliendo a la calle a protestar contra las medidas de los poderes financieros y políticos, y también para demostrar que los que peor lo están pasando no están solos. “Hay muchas veces que desde España, Grecia, Portugal, etc., se ve a Alemania como el enemigo, y en gran parte lo es por su gobierno, que es quien impone las medidas de austeridad, pero también es importante que la gente del sur de Europa sepa que hay una parte de alemanes que sabe lo que estamos sufriendo nosotros”. Sus palabras las corroboraba Eva, una mujer de Colonia que justificaba su presencia en Fráncfort en la “necesidad” de que los alemanes muestren su solidaridad con los ciudadanos europeos que peor lo están pasando con la austeridad de la Troika.
    Las razones para protestar que flotaban en el ambiente de Blockupy eran casi tantas como personas en su campamento. Candela, que se define a sí misma como feminista antes que cualquier otra cosa, centraba sus quejas en la situación actual de la mujer. La asturiana, que también ha emigrado a Alemania para trabajar, recordaba que el patriarcado “es previo al capitalismo” y que por ello con esta crisis ellas sufren mayor opresión. De hecho, incluso detectó en el propio campamento actitudes que no le gustaron nada. Además, aportaba ejemplos concretos de los problemas que afrontan: “En España al haber eliminado la ley de dependencia y con la reforma de la ley del aborto de Gallardón se van a recortar muchos derechos de las mujeres que no son solo económicos”.
     
     
    ¿Pero qué es exactamente la coalición Blockupy? Básicamente es una unión de diferentes asociaciones sociales y políticas de la izquierda alemana que surgió tras el Occupy Wall Street de 2011. Entre ellas destacan Attac, Izquierda Intervencionista, asociaciones de estudiantes como Linksjugend Solid, el Foro Alemán del Desempleo y el partido político Die Linke.
    Todos los esfuerzos de la convocatoria se destinaron al bloqueo de la sede del Banco Central Europeo el pasado viernes. Los portavoces aseguraron que los más de 3.000 activistas que allí se citaron consiguieron que los trabajadores de la institución no llegaran a sus puestos. La policía, por su parte, contestó que sí pudieron acceder pero por otras zonas no habituales. De lo que no había duda era de que el corazón financiero de Europa se encontraba totalmente desierto. Calles cortadas y vacías, solo decoradas con los numerosos furgones policiales desplegados, camiones cargados de cañones de agua a presión y el zumbido incesante de un helicóptero.
    Entre paraguas y resguardado bajo un chubasquero amarillo, Ignacio del Valle se sumaba a las consignas de los manifestantes, que rápidamente cortaban el paso a toda aquella persona vestida con americana y con un maletín o una maleta a cuestas, es decir, con aspecto de empleado del BCE. Este menudo mexicano es un activista de la localidad de San Salvador Atenco y lleva un mes de gira por Europa para “buscar el apoyo de esos pueblos que tienen un sentimiento de resistencia y justicia”. Según explica, el nuevo presidente, Enrique Peña Nieto, ha retomado el proyecto por el cual pretenden construir un aeropuerto en sus tierras, un proyecto que ya consiguieron detener hace años a base de protestas y movilización social. Además de dar difusión a su causa, con las consignas de “la tierra no se vende” y “Zapata vive” logró la atención de los allí presentes.
    Sin embargo, el BCE no fue el único objetivo del día. Tras abandonar la famosa plaza con el símbolo del euro, los activistas se dividieron en dos grupos, uno rumbo al aeropuerto y otro hacia la calle Zeil, la zona más comercial de la ciudad. Los primeros querían bloquear la terminal 1 del Aeropuerto Internacional de Fráncfort, desde donde se deportan a cientos de inmigrantes sin papeles que no han conseguido legalizar su situación administrativa. En muchos casos, las personas devueltas a sus países de origen son allí perseguidos o discriminados por el resto de la sociedad.
     
     
    Mientras, otro segundo grupo se dirigió al establecimiento de Primark de la calle Zeil, para protestar por las condiciones laborales a las que somete a sus empleados asiáticos, un tema especialmente candente desde que el derrumbe de uno de sus talleres de confección en Bangladés causara la muerte de más de 1.000 personas. La protesta lejos de acabar ahí se extendió por el resto de tiendas de la calle, de forma espontánea e improvisada. A pesar de que esta y todas las acciones de desobediencia civil del día no estaban permitidas por las autoridades, la policía optó por la contención, por evitar que entraran en los comercios pero sin cargar u obligar a retroceder a nadie. Así los rifirrafes entre ambos bandos solo fueron esporádicos y sin gran relevancia.
    “Se trata de una orden política porque en unos meses hay elecciones generales y no quieren que pase lo del año pasado”. Esta era la valoración que hacía un periodista de la radio pública alemana que prefería no dar su nombre y que a pesar de su profesión se encontraba allí “como un manifestante más”. En mayo de 2012 las protestas del primer Blockupy se saldaron con más de 600 detenidos, numerosos disturbios entre los 5.000 policías y los manifestantes y un aluvión de críticas internacionales a la actuación de los agentes.
    Aun así no se pudieron evitar los choques del día siguiente, durante la gran marcha que apenas pudo recorrer unos pocos metros. Los responsables de las protestas y los portavoces de la policía se acusaron mutuamente del incremento de la tensión que desembocó en decenas de manifestantes heridos, la mayoría por irritación de ojos causado por los espráis pimienta, y con un policía atacado por una persona con un destornillador, que fue detenida en poco tiempo.
    “Las nuevas generaciones se tienen que dar cuenta que los derechos que consiguieron sus padres y abuelos fue por la lucha. Hoy los estamos perdiendo, así que no es suficiente solo con manifestarse, hay que hacer algo más”, reflexionaba Júlio mientras abandonaba la city alemana. Él, que confiesa que tiene muchas posibilidades de perder su trabajo, está dispuesto a volver a la convocatoria del año que viene siempre y cuando se radicalice más la protesta, una opinión muy extendida entre los que acudieron en esta ocasión. Si la economía del continente continúa empeorando, Fráncfort puede convertirse en un polvorín sin la tregua policial de una campaña electoral.
     
    Periodismohumano
    Javier Pérez de la Cruz (Fráncfort)
     
     
     
     

    sábado, 25 de mayo de 2013

    ACCIÓN DIRECTA POR LA VIVIENDA : LAS NUEVAS OCUPACIONES

     
  • Cada vez hay más familias desahuciadas que pasan a la acción ocupando viviendas vacías de bancos nacionalizados y forzando a los poderes públicos y privados a negociar un alquiler social.
  • La PAH en Cataluña y el 15M en Sevilla están liderando esta lucha que se aleja del tópico okupa.
  • “Son realojos reivindicativos”, explican.


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    La corrala Utopía es un experimento pionero. Vecinas realojadas en pisos vacíos que quieren negociar un alquiler social. Hay ya 10 en toda Sevilla. Las ilustraciones forman parte de un reportaje que hizo en octubre de 2012 Inma Serrano.
     
     
    En Vallecas, uno de los barrios más combativos de Madrid, hay un bloque de viviendas que lleva años vacío. Bueno, vacío no. “Allí se está dando uno de los procesos de ocupación más interesantes de Madrid, al ser transversal y variado. Así se logra que gente con más dificultades para ocupar –familias con niños o ancianos, gente sin papeles– puedan hacerlo”, comenta Gonzalo, un activista de la Asamblea de Vivienda de la capital que acaba de llegar de Sevilla, donde pasó una semana aprendiendo del movimiento de las Corralas, un experimento reivindicativo que se extiende como mancha de aceite. Un año después de que 20 familias (hoy son 36) se realojaran en un piso vacío del barrio de la Macarena, ya son 4 corralas más en Sevilla, otras 5 en la provincia y, desde hace un par de meses, tres más en Málaga (que se suman a Er Barko, de 2009). Casi todas tienen nombres tan importantes como la Utopía, palabras que permiten alumbrar que otro mundo es posible: Ilusión, Esperanza, Liberación, Unión, Libertad, Alegría…
    Si las cifras que hunden el país son alarmantes (26% de paro, 21% de pobreza), en Andalucía superan lo catastrófico, con un 36% de paro y un 31% de pobreza. La tasa de desempleo juvenil roza el 65% y un tercio de los empleados son eventuales, o sea, precarios. Además, es la comunidad con más ejecuciones hipotecarias y acumula medio millón de casas vacías (3,5 en todo el Estado). “Allí la cosa está más jodida”, comenta Gonzalo. “En Madrid la gran mayoría de afectados por la hipoteca o el alquiler no ha traspasado la línea. Antes se prefiere ir con los padres o el hermano que hacer público tu caso y optar por la ocupación. Pero de aquí a un año, el colchón familiar se acabará rompiendo”.
    Para este activista, hay otra razón por la que en Andalucía se están dando estos procesos que podrían tener un equivalente en Cataluña, donde la Obra Social de la PAH ha “liberado” ya ocho bloques de viviendas en Sabadell para familias desahuciadas que piden alquiler social (incluso abren cuentas corrientes para depositar un 30% de sus ingresos y negociar uno de los tres puntos de mínimos de una ILP pisoteada en el Congreso, con la reforma de la ley hipotecaria que ahora se debate en el Senado).
    “En Andalucía”, explica Gonzalo, “el movimiento por la vivienda está muy coordinado. Llevan luchando desde los años 80, mucho antes que V de Vivienda. En la Intercomisión de Vivienda [alma del 15M sevillano] trabajan muchos grupos [la Plataforma de Derechos Humanos –PDH–, la Liga de Inquilinos, los Puntos de Información de Vivienda y Encuentro –PIVEs–, la PAH, formada allí en 2012], cada uno centrado en un solo aspecto, y cuentan con planes anuales, mientras que aquí estamos debatiendo qué hacer mañana. Cada realojo de las corralas se prepara con cinco meses de antelación. Se debate de manera horizontal qué se permite y qué no, cómo comportarse, cómo repartir las tareas y convivir”.
    El proceso de realojo de las corralas tiene en la ocupación de San Bernardo, 52 un referente claro (aquí un docu contando la historia). Antonio Buenavida, impresor en paro, fue uno de los promotores. No fue una okupación con k, de tipo cresta. Lo llevaron a cabo familias que malvivían en casas ruinosas por la desidia de los caseros en un barrio céntrico sevillano (San Bernardo) muy jugoso para la especulación inmobiliaria. Por ello, los poderes iniciaron en los 90 un proceso de gentrificación para desalojar a los vecinos de toda la vida y vender los pisos a gente con más dinero. Pasó décadas antes en Triana, de donde desalojaron a cientos de gitanos que fueron a parar a las 3.000 viviendas, una barriada donde convive el arte flamenco, la droga y las mafias que controlan pisos enteros. En San Bernardo, además de dejar morir las casas, la presión tuvo un cruel protagonista: los asustaviejas, gente de promotoras haciendo mobbing inmobiliario, presencial y por teléfono. De esta forma, el barrio en 2005 sólo contaba con dos bares de siempre (en uno de ellos se rodó Solas) que terminaron cerrando, y con 200 personas de toda la vida. El resto se había ido. Ese año, Antonio, que acababa de montar la Liga de Inquilinos, maquinó la ocupación del nº52, que llevaba años vacío, tras cruzarse una mañana con su vecino Paco, que leía el periódico en una terraza. “Cómo está la cosa… ¡Terminaremos instalándonos en el nº 52!” Esa noche, Antonio no pudo dormir. Y empezó a organizarse. Llamó a activistas para apoyar la acción y ocupó el edificio con 11 familias de renta antigua cuyas casas, apuntaladas con barras metálicas, se caían a pedazos.
    “Mi casa también era de renta antigua”, comenta Antonio en la terraza con plantas y huerto urbano del piso que ocupó en 2005. “Pero pagaba 242 € por 40 metros cuadrados que se caían a pedazos. Estas cosas pasan con la renta antigua desde la ley Boyer de 1987”. Por la casa de este histórico activista por la lucha de la vivienda (protagonizó a finales de los 70 otro mítico realojo en Palma de Mallorca, Salvem El Puig, donde vivía a los 19 años), ha pasado mucha gente. Ha sido centro de reuniones de un sin fín de activistas, desde Ada Colau al abogado creador de los PIVEs (José Ignacio Aguilar) o a Ramón Fernández, el autor de El tsunami urbanizador, toda una biblia para los militantes de la vivienda.
    Antonio recuerda con nostalgia la última lucha del barrio que le vio nacer. “Los primeros días fueron preciosos. Vino todo el mundo y trabajamos los medios con mimo, en ruedas de prensa con sus perejiles… Hasta instalamos una pantalla donde poníamos cine para el barrio, películas como La estrategia del caracol… Y aunque hayamos ganado, pues no hubo desalojo y la mitad de las familias tienen su caso normalizado y pagan alquiler social, el barrio se perdió. Antes era obrero y cohesionado, y ahora es más bien de élite. Nada que ver. Los vecinos entran y salen en coche de sus garajes y apenas hay vida comunitaria”.
    Del salón, donde suena flamenco, saca a la terraza una inmensa carpeta azul con todos los recortes de una lucha, la del nº 52, que la prensa bautizó como la de las “abuelas ocupas”. Desgrana anécdotas de estos ocho años. “Simpatizo con la k de okupa pero a esto lo llamamos realojo reivindicativo. ¡Ya nos llamarán ellos okupas!”. Cree que habrá más procesos de ocupación en España como el de las corralas (al que le rechina algo su independencia y que “no naveguen todas por igual”) pero sabe que será complicado. “Hace falta mucha capacidad de comunicación e inteligencia emocional. Que la gente se empodere y haga suya esta lucha. Pero es difícil porque estamos hechos polvo”.


    
    Ella es IRMA y vive en el tercero derecha, en la corrala Utopía, hace seis meses. Es asistente social y la que se encarga de las negociaciones como portavoz de la corrala.


    Comunicación e inteligencia emocional se ven a raudales en la corrala Utopía. Nada más llegar a este bloque aislado ­–vacío desde que se construyó hace tres años– se vislumbran sábanas que cuelgan de los balcones con mensajes de lucha. En el portal hay un cartel con el horario de limpieza y otro donde se detallan las reuniones semanales de sus comisiones: organización, comunicación, convivencia, dinamización, limpieza, acción política, recursos y mantenimiento. Te cambia el ánimo rodear el edificio y leer los graffitis que iluminan este símbolo que ha salido en periódicos de todo el mundo. “Ladran, luego cabalgamos”. “Chávez no ha muerto”. “Pueden cortarnos el agua y la luz, pero jamás las alas”. Un largo poema de Benedetti. O este último: “El poder de la fuerza o de la comunicación. ¿Elegimos?”. Y para comunicar con verbo ágil las razones de este realojo, baja a abrir la puerta Irma, asistente social en paro que vive en el 3º derecha con su amiga Montse, asistente social en paro.


    Ella es MONTSE. Comparte piso con Irma. También es trabajadora social. También en paro. “Esto aparte de nuestro piso es el cuartel general. Es tímida y lo pasa mal mientras la retrato. “Nunca nadie me ha hecho un dibujo”.


    A principios de 2012, un grupo de afectados que se reunía en torno al PIVE del barrio de Macarena planteó la estrategia de realojo que se concretó en mayo. A los 15 días les cortaron luz y agua. “Al ser un edificio aislado nos vimos sitiadas. Cada vecino se las arregló con hornillos, generadores o velas. Y en verano lo pasamos fatal, imagínate, con ese termómetro marcado 49 ºC. Tras mucha presión, pusieron una fuente abajo. Es como un centro social, allí hablamos de nuestros problemas cuando bajamos con las garrafas”.


    MANOLI habla muchísimo. Irma me ha traído a verla. “¿Qué capítulo quieres que te cuente de mi vida? Este es uno de muchos…”. Me cuenta sin pestañear todo lo referente a la historia de su piso en la corrala. Es el segundo derecha. Su hija también está en Utopía. “Sé desde el principio la situación en que nosotros nos encontramos. Yo no estoy aquí empeñá. Pero, hija, hay que vivir sin miedo. Si me llevan los municipales, pues que me lleven. Yo no he hecho ná malo. Pero hay que echarle coraje a la vida, y aquí estamos”. Manoli vive con sus dos hijos y su nieta Ainhoa. “Yo busqué de tó de tó pa que no subastaran el piso de mi hija. Pero nos quedamos sin dinero. La abogado del 15M nos dijo que nos teníamos que ir… y cuando vinimos sabíamos a lo que veníamos. Había luz y agua pero los albañiles habían picado las tuberías y hecho destrozos en las casas porque no habían cobrado un duro. Nosotros hemos arreglado los desperfectos, yo he puesto la encimera sola. Pero no pongo cortinas hasta que no tenga papeles por delante. Esto no es mío. Pero es absurdo que ellos me quiten mi casa y yo no pueda venir a una casa que está cerrada. Aquí me meto de momento”. Me da la sensación de que este capítulo de la vida de Manoli no es el primero ni va a ser el último. Es una mujer que lucha, acostumbrada a tirar p’adelante con lo que sea. Habla de política, de leyes, de las cosas de todos los días. Tiene opinión formada y clara. Si le vienen muchas más de estas, va a enfrentar la vida como hasta ahora. “Al toro por los cuernos".


    En el año que llevan los ataques no han cesado, sobre todo del Ayuntamiento (PP). Intentos de dividir a las vecinas ofreciendo a algunas otro realojo o amenazando con quitar ayudas o la custodia de los hijos. “Con tanto miedo y necesidad, las vecinas han sido de una firmeza maravillosa”, cuenta Irma (35 años). “Elegimos llamarla corrala porque no queríamos replicar una forma de vida sin reconocernos por los pasillos. Como decía una amiga, practicamos la revolución de la yerbabuena: poder pedirle azúcar o una ramita a tu vecina. Aquí vivimos 36 familias del barrio. Hay de todo: familias de tres generaciones (las de Ana y Manuela, las matriarcas), desahuciados con hipoteca, amigas como nosotras que no puede acceder a una vivienda, gente sola, desalojados de vivienda pública que pagaban 450 €… Quisimos hacer pública la ocupación para visibilizar este problema social que deja a la gente en la calle habiendo tantas casas vacías”. Y, para ello, tras ocupar el bloque se repitieron los escritos, manifestaciones y encierros para poder negociar con el Ayuntamiento, la Junta e IberCaja, propietaria del bloque tras quebrar la inmobiliaria. Han sido meses de tira y afloja que ahora parecen ver la luz tras la promesa del defensor del pueblo de que tendrían un año de alquiler social y tras las declaraciones a la SER del presidente de la entidad: “Preferimos que las viviendas estén ocupadas pagando una renta de 100 € que tenerlas deshabitadas”. Pero aun así (y aunque pactaron que no se adelantarían los trámites judiciales) los 56 vecinos declaran esta semana como imputados ante la jueza.


    AINHOA es nieta de Manoli. Cuando llego está haciendo los deberes. Me hace gracia porque es viernes por la tarde. Me abraza sin conocerme de nada. Luego me pregunta: “¿Tú quién eres?”. Está esperando que la dibuje después de dibujar a su abuela. Pregunta todo el rato sobre lo que estoy dibujando. Dice que no le gusta el cole pero sí dibujar. Ella es una de los 70 niños que habitan la corrala. En el tiempo que llevan ahí, han nacido dos chiquillos. El último la semana pasada.


    Hay nervios, claro, pero saben que cuentan con la fuerza de la unión. Y no se van a rendir. Están presionando a la Junta andaluza (PSOE+IU) para que se declare el estado de Emergencia Habitacional (“que en el país haya un tsunami en el tema de vivienda es un marrón internacional” –cuenta Gonzalo en Madrid– “y judicialmente abre muchas posibilidades”) y por la presión de gente como ellas la Junta ha cambiado las leyes, estableciendo sanciones a los bancos con viviendas vacías por más de 6 meses o llegando a la expropiación. En Canarias (CC) han calcado esta reforma legislativa pues allá, asegura Irma, el movimiento ciudadano por la vivienda también es muy potente. “Nos van a tener de chivatos por la vida para que bancos e inmobiliarias sientan nuestro aliento en la nuca”, dice. “El decreto es un respiro importante. Hará que bajen los alquileres y abre nuevos campos de trabajo. Pero aún queda mucho para que la vivienda sea un derecho y no un negocio”.

    Marcos Rebollo Fidalgo
    Desobedientes
    Periodismohumano

     

    domingo, 14 de abril de 2013

    LA REPÚBLICA DE LAS CLASES POPULARES

     
    La Segunda República española es el referente más extendido en nuestra sociedad de lo que es un estado republicano. Fue un periodo de cinco años (1931 -1936) en que los acontecimientos políticos y sociales se aceleraron. Las clases populares se sintieron esperanzadas con este nuevo proyecto, que nació a raíz de la ruptura con la monarquía de Alfonso XIII, quien había apoyado la represiva dictadura del general Miguel Primo de Rivera ante la imposibilidad de mantener la estabilidad con los gobiernos de alternancia entre conservadores y liberales que habían funcionado en los años anteriores —y que recuerdan no muy remotamente al bipartidismo PP-PSOE actual.
    Esta ingobernabilidad del régimen de Alfonso XIII se debía en gran parte al creciente auge de las movilizaciones obreras, que fueron consiguiendo concesiones durante todo su reinado, incluso bajo Primo de Rivera, a pesar de la persecución del movimiento obrero. Debido a esta situación, en la que el crédito de la corona se había agotado no solo para la clase trabajadora, sino también para una parte de la burguesía, llegó la Segunda República.
    El cambio de régimen hacia un estado republicano fue muy ilusionante, ya que algunas de las conquistas laborales y políticas logradas con la lucha de las personas trabajadoras se reconocieron y entraron en proceso de legalización gracias a los gobiernos de izquierdas que tuvieron periódicamente el poder. El final de la dictadura de Primo de Rivera permitió a las organizaciones comunistas, socialistas y anarquistas, y a los sindicatos de clase, extender las ideas de izquierdas y que el movimiento obrero siguiera avanzando. Estos hechos han dado lugar a una cierta mitificación de la Segunda República, que es actualmente reivindicada por algunos colectivos —no es extraño ver banderas tricolor en las manifestaciones. Pero lo cierto es que el estado republicano se encontró desde el primer momento con un conflicto de clases tensado al máximo.
    El sistema democrático-liberal burgués de la República no podía asumir, por su propia naturaleza, las demandas cada vez más radicales del movimiento obrero y los partidos obreros de izquierdas. La Segunda República terminó colapsando al encontrarse con una situación revolucionaria por parte de la clase trabajadora y una contrarrevolución fascista que tomaría el poder mediante un golpe de estado militar.

    La realidad actual

    Pero no es el objeto de este artículo analizar la Segunda República y las causas históricas de su desintegración. La razón para hablar de ella es comentarla como referente en el imaginario colectivo. Lo que queremos es reflexionar en torno a la idea de la república socialista, y en cualquier caso, el ejemplo de la Segunda República ya ha servido para marcar puntos de divergencia entre el estado obrero y el burgués, además de introducir un tema fundamental: la imprescindible revolución para llegar a la república socialista.
    Así pues, es imposible desarrollar esta idea en abstracto si queremos tratarla con rigurosidad. Habrá que basarse en la realidad material que existe hoy en día y hacer referencia a experiencias del pasado que se puedan tomar como ejemplo —las propuestas mayoritariamente abstractas de los socialistas utópicos del siglo XIX tuvieron vidas cortas y poco satisfactorias. De hecho, hasta que Marx no analizó la Comuna de París de 1871, la materialización de un proceso insurreccional y autogestionario de las clases populares, no pudo desarrollar muchas de las ideas del socialismo científico, que llevarían a los avances más importantes para la clase obrera en la historia, como la Revolución Rusa.
    Hoy en día, las posibilidades que ofrece un avance tecnológico como internet nos permiten generar unos flujos de información y una capacidad de comunicación y coordinación en tiempo real que hace solo unos años se deberían haber cubierto con estructuras burocráticas más lentas y con una participación popular mucho menos directa e inmediata. Por lo tanto, las posibles propuestas no pueden ser nunca absolutamente claras y cerradas, sino que deben entenderse como una línea por donde podría ir la construcción de un estado socialista y obrero en la actualidad.

    Nuestra república

    La república socialista es un estado construido por las clases populares, y al servicio de las clases populares. Con esta definición quedan excluidos muchos de los países que se han autoproclamado socialistas a lo largo de la historia, desde la Libia de Gadafi, hasta la URSS de Stalin, por poner dos ejemplos. La historia es, en muchos casos, la peor enemiga del socialismo.
    Esta definición por sí misma abre una serie de preguntas, empezando por quiénes son las clases populares y qué quiere decir que “construyen el estado”. Brevemente podríamos decir que las clases populares son las capas de la sociedad que dependen de un salario o un ingreso sin tener la capacidad de decidir sobre cómo se crea la riqueza, y por tanto sobre cómo se genera esa riqueza. Incluiría a las personas asalariadas, las que cobran un subsidio, las que hacen tareas domésticas, las jubiladas, etc.
    En cuanto a la construcción de este estado, hay que recuperar a la fuerza la cuestión de la revolución y la toma del poder. Cuando hablamos de tomar el poder, debemos ser conscientes de dónde reside ese poder. El estado burgués tiene el poder político, que mantiene con diferentes mecanismos, tanto ideológicos como represivos cuando es necesario. Con este poder político se defiende el poder económico, que se basa en la propiedad privada.
    Pero en el terreno económico, el poder se encuentra en última instancia en los trabajadores y trabajadoras, que son quienes producen los bienes y servicios con su fuerza de trabajo. Cuando este colectivo, la clase trabajadora, se niega a seguir bajo las relaciones de producción capitalistas, nos encontramos en una situación potencialmente revolucionaria. De ahí el énfasis en la idea de estado obrero y auto emancipación de la clase trabajadora.
    Cuando hay acontecimientos de estas características, encontramos antecedentes en los que las personas trabajadoras empiezan a autoorganizarse democráticamente en sus puestos de trabajo para luego formar coordinaciones territoriales más amplias y poder así plantear la toma del poder. Es el caso de los soviets en Rusia entre 1905 y 1917, los consejos obreros que se formaron en el Estado español en 1936 o los Cordones de Chile en 1973.
    En situaciones como ésta juega un papel clave una organización revolucionaria que entienda la importancia de los órganos democráticos de base, y que reúna a las personas con más experiencia y conciencia sobre estos procesos, como herramienta para diseñar la mejor estrategia posible e impulsar a la clase trabajadora a tomar el poder.
    En este proceso será clave la creación de órganos democráticos de base para la toma de decisión. Éstos, que en cada lugar y momento histórico se han concretado de una forma diferente, serían la base y el pilar central sobre el que construir una hipotética república socialista. Pero lo fundamental y urgente es la idea de ‘instituciones’ de democracia directa y radical, en oposición a las instituciones actuales.
    Un hecho fundamental para la república socialista sería la conciencia de las clases populares y su compromiso con un proyecto, compromiso que no podría ser nunca sustituido por estructuras burocráticas. Este proyecto adoptaría las premisas de igualdad, democracia y justicia social. A nivel económico, el trabajo se repartiría y la propiedad sería colectiva. Así pues, las condiciones materiales cambiarían, la familia ya no sería una unidad imprescindible para el sistema económico, ya que las tareas laborales y domésticas no se separarían según el criterio público/privado, sino que se socializaría, eliminando la división actual por género.
    Por otra parte, el sistema productivo se ajustaría a la población. Y pese a lo que dicen algunas voces, no sobra gente, ya que producimos comida para alimentar holgadamente todo el planeta. Y de hecho lo podríamos alimentar mejor, con productos agroecológicos, sin transgénicos ni productos tóxicos añadidos. La tierra y las semillas serían de quienes las trabajan.
    La vivienda sería también un derecho fundamental cubierto para todas las personas, sin que nadie se pudiera quedar en la calle con casas vacías. En definitiva, se le quitarían todas las capas podridas al sistema actual: las mentiras neoliberales, el odio racista, la destrucción del medio ambiente con la excusa del progreso, la naturalización de la opresión de las mujeres y LGTBI...Para hacer todo eso, la única manera es un proyecto a largo plazo que aglutine a todas las clases populares.
     
    
    Diego Garrido es militante de En lluita / En lucha

    domingo, 3 de febrero de 2013

    LA HORA DEL "HARAKIRI"


    POR UN PROCESO CONSTITUYENTE


    España está políticamente bloqueada, en un callejón sin salida.

    El gobierno no tiene credibilidad y sigue siendo sospechoso de corrupción, a pesar del desmentido drástico de su presidente, Mariano Rajoy, mientras que la oposición socialista, consciente de que fracasó en el pasado y, bajo Zapatero, condujo a España hasta el fracaso, la pobreza y el desprestigio internacional, sabe que no puede ganar unas elecciones normales y quiere aprovechar la crisis de la derecha para provocar unas elecciones dominadas por la venganza, la histeria y la confusión, único ambiente en el que puede ganar y regresar al poder.

    Pero la solución de España no es la vieja receta de la alternancia porque la oposición sería un remedio peor que el desastroso gobierno del PP. La única solución democrática y decente consistiría en un "Harakiri" responsable de los políticos que controlan el sistema, en la disolución de partidos políticos desprestigiados y abrasados por la corrupción y el fracaso y en la apertura de un "proceso constituyente" del que debería surgir un sistema verdaderamente democrático, con los poderes del Estado independientes, con una ley igual para todos, con castigo para los delincuentes, sin la asquerosa impunidad que disfrutan hoy nuestros políticos y con partidos controlados y con su poder limitado por una ley justa que obligara a los políticos a ser honrados y decentes.

    Del mismo modo que el franquismo agotado se hizo el "harakiri" para dejar paso a un nuevo sistema más justo y decente, los actuales grandes partidos políticos de la falsa democracia española, ante la constancia de que el sistema está agotado y agonizante, deberían suicidarse para dejar el paso libre a la regeneración y a la decencia.

    Sin embargo, el grado de vileza que han acumulado los actuales partidos políticos y sus políticos profesionales no permite esperar que se suiciden voluntariamente, a pesar de que el sistema que representan no sólo está agotado y en espantosa agonía, sino que, apesta a corrupción y abuso de poder, esparciendo su podredumbre hasta los últimos rincones de la nación española.

    Las Cortes franquistas, a pesar de su oscurantismo, demostraron tener más sentido de la Historia que los actuales representantes de la falsa democracia, incapaces de desaparecer y realizar voluntariamente el sacrificio que España necesita para acometer la regeneración de su política y de su convivencia. Esa amalgama agotada y decadente de partidos políticos adscritos a una falsa democracia en la que no hay poderes separados ni una ley igual para todos, ni castigo para los corruptos y ladrones, entre los que sobresalen el PP, PSOE, CIU..., preferirán agotar su agonía hasta provocar irresponsablemente que el fin de su régimen abusivo se produzca como consecuencia de una rebelión popular contra la indecencia, la ignominia y la saturación de corrupción y asco.

    La salida del actual atasco político de España, con un gobierno en el poder que carece de credibilidad y de prestigio suficientes para acometer reformas y liderar el cambio, no es votar a la oposición para que sustituya al gobierno, ya que está demostrado y los españoles no olvidan que la oposición tiene los mismos vicios y carencias que el gobierno y que todos ellos forman parte de la misma masa degradada que ha fracasado al frente de España.