A finales de enero de 1937 el Estado Mayor del Ejército del Norte, bajo el mando del general Francisco Llano de la Encomienda, planeaba una nueva ofensiva contra las fuerzas rebeldes que resistían en Oviedo, prácticamente cercadas salvo por un pasillo que comunicaba con Grado. Llano, cuyas relaciones con el Gobierno de Euzkadi se habían deteriorado gravemente a causa de la frustrada ofensiva sobre Vitoria, quería el concurso de dos brigadas vascas y una santanderina. La falta de un mando único en el Norte era consecuencia del cantonalismo de las tres provincias norteñas leales a la República y tuvo su punto de inflexión cuando el lehendakari Aguirre dejó a Llano sin jurisdicción en Euzkadi, acusándole de incompetente y de no entender “la singular idiosincrasia del Pueblo Vasco”...