Desde que Indiana Jones copara las salas de cine con su búsqueda de los tesoros perdidos en la Segunda Guerra Mundial, la fiebre del oro nazi se ha convertido en una auténtica epidemia. Eso, sumado a la promesa de llenarse los bolsillos con cientos de lingotes macizos, es lo que ha movido en las últimas dos décadas a una legión de cazafortunas a hallar las (supuestas) riquezas ocultadas en Europa por Adolf Hitler. En la mayoría de los casos, estos arqueólogos de baratillo dicen basarse en testimonios de antiguos trabajadores y combatientes al servicio del «Führer» para ubicar este patrimonio olvidado. Personajes anónimos que habrían trabajado escondiéndolas por orden del Reich...