Uno de los elementos que caracterizan al régimen de los vencedores en 1939 es el uso masivo y duradero del trabajo esclavo. Se utilizó donde la sublevación triunfó en el verano de 1936, se convirtió en instrumento central de su política penitenciaria y, avanzados los años sesenta, casi treinta años después, continuaba practicándolo. No se trataba sólo de un recurso económico sino también de una forma más, añadida a la eliminación física y el internamiento, de la reeducación de los “rojos”. El golpe de Estado tuvo como objetivo básico terminar con cualquier posibilidad de cambio social. Aunque fuera a costa de la destrucción del orden constitucional vigente y de las tímidas reformas de los gobiernos republicanos. Reformistas o revolucionarios, todos, eran considerados una horda de asesinos y forajidos. Hoy día, tras más de treinta años de régimen democrático, continúa siendo una de las expresiones del “atado y bien atado” deseado por el dictador..